viernes, 20 de agosto de 2010

RIGOR DE ESPEJOS

Antes de desaparecer, sombra entre sombras, quiero, con fuerza, vivir el día aciago/aventurero, esplendente/oscuro, fértil/estéril; impregnarme de la luminosa esfera que me rodea entre márgenes, preludios y finales, en medio de puntos siempre suspensivos...

Voluntad de sobrevivir en la imaginación y en el instinto. Voluntad de acometer con fe la quimera de los días. Frágiles puentes atraviesan distintos acantilados. Me esfuerzo en atravesarlos todos. Camino sobre esas débiles estructuras que lucen incapaces de soportar peso alguno.

Ni clausura ni ensimismamiento: recorrer todos los rumbos, transitar todos los caminos. Me interrogan, indescifrables, las voces de indescifrables rostros. Máscaras se reflejan en el efímero espejo de mi acción. Trato de refugiarme en la intemperie de los días. A medida que avanzo me hago sombra. Un oráculo repite que nadie es profeta en su tierra. Rodeado de recelo siento, también, recelo. Nos hemos quedado solos, dice el fantasmal guardián de mis laberintos. No hay soledad real, respondo.

El horror al vacío describe el temor a contemplar la nada cara a cara. La soledad quiebra el vínculo del remordimiento o la inocencia. Las voces que sin cesar ahuyento vuelven siempre. Sueño espacios clandestinos sólo míos. Me escondo en la quietud oscura, me aparto del ruido y del resplandor. En mi espacio cerrado a casi todos, abierto a casi nadie, me muevo entre tientos; sin cesar, palpo imágenes con sabor a encierro. Ensimismada soledad, perfil huraño: silente, ciego.

Al margen de un tablero de ajedrez, coloco mis ilusiones. Recorro tiempos que me justifican, lejos de otros, lejos de todos. Viejas quimeras dormitan en los rincones del presente. Más firme la duda que la certeza, deshago mis pasos sobre asombros superpuestos.

Carezco de respuestas. Sólo poseo el asombro ante cada instante y el respeto hacia lo que no puedo explicar. Nunca podré estar seguro de mis rumbos ni de mis pasos sucesivos ni de mis días en tanta noche desdoblados...

He seguido caminos deteniéndome sólo en mi cansancio. He bebido agua en el cuenco de mis manos. He llevado conmigo la incertidumbre de mis tientos (impotencia del dios furtivo que llevo por dentro). Incansable, transito instantes encerrados en la esfera de su propio sentido irreverente...

A veces, me rodea en la vida una sensación de fraude. Esa sensación me va convirtiendo, poco a poco, en un ser de frontera: solitario heredero de circunstancias sólo mías. Soy huérfano de los días precedentes y fantasma de los días venideros. Soy voz perdida en la vastedad del tiempo. Soy hijo de mis propias circunstancias. Soy encuentro de confusos finales y confusos principios.

Abiertos los cinco sentidos a las imágenes que el mundo trae hasta mí, me muevo en escenarios donde aguardan retos y sorpresas, decepciones e incertidumbres, rutinas y prodigios, hastíos y esperanzas. No existe la experiencia inútil. Todo es hallazgo, marcha indetenible hacia un final confuso. No hay destinos predecibles: lo sorpresivo termina por imponerse casi siempre. Nos movemos a tientas dentro de las rutas emprendidas. Extraña sensación de no saber hacia donde nos dirigimos. Sólo hay una respuesta posible: jugar el juego siempre, jugar el juego hasta el final.

¿Aceptar condiciones? Todos lo hemos hecho, todos lo hacemos, todos lo haremos... La vida es pacto y es acuerdo. Vivir es caminar hacia un espacio único y en el camino ir dibujando ese signo nuestro y sólo nuestro que se llama destino que se llama karma; sus trazos son el error y el acierto, la fe y el miedo.

Interminablemente optar, interminablemente decidir; ordenar espacios e intereses, afectos y rechazos, imágenes y razones. Vivir es escoger y saber vivir es ir aprendiendo a escoger.

Sobrevivimos en la áspera dureza de instantes clavados en nuestro cuerpo-espacio. Sobrevivimos a las caras y a los torsos que nos rodean. Sobrevivimos en el interminable monólogo que reproduce ante nosotros la vastísima ilusión de lo posible.

Impulsado en la inercia de mis propios movimientos, hago y rehago mis pasos. La vida es juego, pero si ignoro sus reglas estoy perdido. Ella posee muy particulares formas de lógica: en principio, pareciera que no tiene por qué ser justa pero en general parece propender a serlo.

Enmascaramiento, supervivencia, manipulación: palabras ásperas como la elección que representan: ¿ser rostro o máscara? ¿verdugo o víctima? Los espejos recogen ahoras interminablemente sucesivos. Ahoras que permanecen como recuerdos o pesadillas o entelequias. Por mi parte, trato de conservar la lucidez y, para probarlo, escribo.