sábado, 27 de noviembre de 2010

DESDE MUY NIÑO GUSTÉ DE LAS PALABRAS...

Desde muy niño gusté de las palabras: me atraía emplearlas, a veces con estudiado efectismo, tratando de apoyar en ellas los más variados argumentos. Entendía que su dominio revelaba una habilidad y, mucho más aún, una potestad. Gracias a ellas, muchas veces los motivos, cualesquiera que fuesen, parecían magnificarse, y las razones hacerse irrefutables. Con palabras podían dignificarse las cosas, las imágenes, los recuerdos. Con palabras, a veces, la vida parecía convertirse en juego o en escenario posible. Sentía a veces a las palabras como intermediarias entre el mundo y mi yo: puentes mágicos que podía atravesar, tanto para adentrarme en lo exterior como en mí mismo. O sea: las palabras, a la vez que me comunicaban también podían aislarme. Con palabras dibujaba superficies personales que convertía en rincones inaccesibles.