lunes, 28 de marzo de 2011

LO ABIERTO, LO CERRADO

Abierto es lo amplio, lo grande, lo vasto; cerrado, lo pequeño, lo parcial, lo estrecho. Abiertos son los lugares inmensos y recorribles; cerrados, los sitios limitados y cobijantes. Ambas nociones, apertura y encierro, pueden evocar, por igual, visiones de valor o antivalor. Dentro de lo abierto, valor serían la amplitud relacionada a la libertad de movimientos, a los itinerarios repletos de recorridos y hallazgos, a las aventuras interminables dentro de lo maravillosamente desconocido. Antivalor serían la inmensidad relacionada con el desconcierto, el desamparo, el extravío; no la amplitud del viaje, la aventura y la búsqueda, sino el espacio que es sólo desolada intemperie: inmensidad que condena a quien la recorre a vivir en una perpetua errancia. En lo cerrado, valores serían el cobijo, la protección y el amparo de los sitios guarnecedores; el techo y el suelo que nos rodean y mantienen alrededor de un centro innegable y en torno a un tiempo que nos ha ido creando junto a él. Antivalor en lo cerrado serían el encierro que es sólo encierro, la mínima espacialidad; el ínfimo territorio frío y desnudo que nos agobia en inamovilidad forzosa, que nos condena al tedio interminable o a la hastiante reiteración de acciones y movimientos.