martes, 14 de junio de 2011

INTERMINABLEMENTE OBLIGADO A DIALOGAR CON LO EXTERIOR Y CONMIGO MISMO...

Interminablemente obligado a dialogar con lo exterior y conmigo mismo, escribo. Escribo un incesante diálogo que es, sobre todo, monólogo; un poco a la manera de esa voz que habla en Compañía, uno de los últimos textos de Samuel Beckett: “Así acurrucado, te descubres imaginando que no estás solo ... Inventor de la voz y de su oyente y de sí mismo. Inventor de sí mismo para hacerse compañía.” Escribo mis diálogos que son monólogos. ¿O a la inversa: monólogos que dialogan con lo que me es exterior y con mi propio mundo interior? Mi escritura se vuelve acción a la que me aferro; siento que junto a ella nombro mi lucidez, o mi imaginación, o mis propósitos, o mis recuerdos, o mis convicciones, o mis sueños...