sábado, 7 de julio de 2012

EL TEMA DE LA GUERRA ES RECURRENTE EN MUCHOS ESPACIOS....


     El tema de la guerra es recurrente en muchos espacios del arte contemporáneo. Recuerdo, de niño, haber devorado una serie de ediciones especiales que la célebre revista Life dedicó, hacia mediados de los años sesenta, al tema de la Primera Guerra Mundial. Mes a mes mis padres compraban un ejemplar de la célebre revista en la que aparecían imágenes de aquella espantosa carnicería. Las fotografías revelaban un mundo de horror: trincheras repletas de barro donde se arrastraban los soldados, dantescos espacios devastados por los obuses, montañas de apilados cadáveres, interminables filas de soldados ciegos a causa del gas mostaza... Muchos años después, en mis estudios de arte, y acaso en muy estrecha relación con aquella remota evocación infantil, me sentí muy atraído por algunas de las obras de pintores alemanes que habían participado en la Gran Guerra. Especialmente, las de Otto Dix, quien había vivido por más de tres años el infierno de las trincheras. Dix no pinta héroes ni la epopeya de la guerra. Dibuja cuerpos destrozados; apenas bultos sin identificar, informes amasijos de uniformes y carne y huesos y sangre. Se detiene en lo más deshumanizador de ésta. Muestra un universo de víctimas. Era la otra cara de la modernidad y del progreso: todopoderosas industrias al servicio de la muerte; producción masiva de armamentos: ametralladoras, obuses, gases... Violencia y horror provenientes de las prósperas fábricas de los países más desarrollados. Dos años después de la rendición de Alemania, en 1920, concluiría su memoria personal de la guerra con una serie de dibujos a los que tituló Mutilados de guerra: excombatientes lisiados obligados a pedir limosna, prostitutas, huérfanos, muchedumbres famélicas.


     En otro espacio artístico, el fotográfico, al pensar en la representación de la guerra, es difícil no recordar a quien seguramente fue su más célebre testimoniador gráfico: Robert Capa. A lo largo de veinte años Capa fue siguiendo la guerra por todo el mundo: en la Guerra Civil Española, en China contra los invasores japoneses, la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Independentista de Israel, la Guerra Franco-Indochina... El gran protagonista de las fotos de Capa es siempre el ser humano que padece la guerra y nos dice que no hay versiones dignas en ninguna contienda: sólo el sufrimiento grabado en el rostro de todas sus víctimas. Y el artista sabe, siente, que su papel no puede, no podría ser otro que el de transmitir ese sufrimiento, esa destrucción que evoca o presagia lo apocalíptico.