lunes, 20 de abril de 2015

DESPEDIDA

Despedir para siempre a quien fuera parte central de nuestras vidas nos confronta con eso que fuimos y que somos.
Desamparados, a solas con nuestro mundo y nuestro tiempo, sentimos, sabemos que algo ha cambiado para siempre.
Nos abruman de pronto los años con un peso de desconcierto, de incertidumbre, de vacío; y, dolorosamente, entendemos el cruel sentido que puede poseer la soledad.
Permanecen en el recuerdo los últimos momentos de ese ser al que decimos adiós, lacerante la visión agónica de un cuerpo que concluye.
Cuando lo que formó parte de nuestra vida por mucho tiempo desaparece, quedamos a la deriva, lejos de muchas cosas; de casi todo, también de nosotros mismos. Lo que creíamos eterno ha desaparecido y ha cambiado para siempre nuestra historia.
      Son imaginarios que ya no nos abandonarán, que rehacen nuestra relación con nosotros mismos.