miércoles, 1 de febrero de 2017

RESPUESTAS

Suele definirse a la paranoia como un acogernos, en nuestra comunicación con el mundo, a muy personales interpretaciones de cuanto nos rodea y sucede. El paranoico toma la realidad y la introduce en el diseño de sus miradas, deformándola en beneficio de su manera de entender y sentir. Cabe concluirse, entonces, que todos los seres humanos tenemos algo de paranoicos; o mejor, que sin cierta dosis de paranoia, la existencia sería insoportable.
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Recuerdo una frase de Simone de Beauvoir: “Declarar que la existencia es absurda es negar que se le pueda dar sentido alguna vez; decir que es ambigua es afirmar que su significado nunca es el mismo, que constantemente ha de ser adquirido.” Ante una existencia ambigua o percibida como ambigua, los seres humanos oponemos nuestra autonomía, nuestra “paranoia”: memoria de una historia personal hecha de recuerdos y valoraciones, de propósitos y obsesiones, de convicciones y espejismos; pero, acaso sobre todo, de la suma de muchas preguntas y del incesante esfuerzo por identificar algunas más o menos nítidas respuestas…